jueves, enero 30, 2020

Música


Un poco de sentido en esta disonancia permanente. El zumbido que no dejaba de retumbar, se aleja acallado.

El dolor empieza a cobrar forma y ya no es un balín dentro del pecho. Se disuelve y alcanza su verdadera extensión. Es líquido y semihumano, líquido e inanimado. Una forma extraña de convertir el sonido de notas que chocaban entre sí.

El dolor tiene una forma que se mueve en una frecuencia que puedo entender. Hace el ruidito triste de una tonada destinada a consumirse hasta que deje de quemar, hasta que el dolor líquido se evapore y no sea más que un recuerdo confuso, escrito en una partitura silenciosa al fin.